El ser humano es distinto a otros seres de la creación por dos hermosísimos  elementos: inteligencia y voluntad.  Más objetivamente: inteligencia y libertad. Por estas dos cualidades nos determinamos entre hacer o dejar de hacer; entre escoger una u otra cosa. Y nuestra libertad termina al encontrarse con otra libertad por lo que nos individualizamos.

Nadie tiene la obligación de pensar como otra persona si su inteligencia le alumbra otro camino. Ahí comienza el derecho de uno y otro, y eso es recíproco.

Para creyentes o no creyentes la biblia es un libro maravilloso que describe el origen del mundo en el Génesis  y su desaparición en el Apocalipsis. Como obra “dictada por Dios” es objeto de fe y culto y para quienes no son creyentes es simplemente una obra maravillosa. Además es el libro más leído en el mundo.

Juan, que puede ser el apóstol de Jesús o quizá otro discípulo, describe desde el dragón escarlata, la bestia del mar y de la tierra, así como a la gran prostituta. Luego el  autor  ve en el cielo una mujer vestida de sol y con los pies sobre la luna rodeada de 7 ángeles con diferentes plagas. Luego aparece el gran dragón escarlata con siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas hay siete diademas.  Aparecen 7 ángeles buenos que les derrotan.

Los números tienen misteriosos significados y se usan por sietes, docenas o por 666 como en “vi siete candeleros de oro”. O  como en: “A su derecha había siete dragones con corona de doce estrellas. Un muro grande y alto tenía doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, doce tribus de los hijos de Israel. El árbol de vida produce doce frutos”.